Es evidente que en Colombia, la falta de educación, de oportunidades y de esperanza, generan un escenario en el que los menores y jóvenes toman rumbos de marginalidad social en los que exponen su integridad física y psicológica, o son presa fácil para la guerra, como fue denunciado recientemente en el Concejo de Bogotá ante la comisión de irregulares y masivos reclutamientos de que son objeto por parte del ejército, mediante las llamadas “batidas”, casi que exclusivamente realizadas en sectores populares empobrecidos.